sábado, 6 de diciembre de 2008

Introducción

Este blog que ahora creo será algo así como el diario de un pensamiento. En sus entregas podrán enterarse de los resultados de reflexiones mías que no pretenden hacer frente o profundizar en ninguna tradición. Es obvio que he estado leyendo mucho a Wittgenstein últimamente. Espero que su influencia no vaya más allá de el coraje que de él aprendí como para ponerme a pensar "a poto pelado", que es lo que aquí quiero hacer.

¿Por qué una tecnologización de la palabra? Esta pregunta es totalmente injusta, y hasta espuria. Mi intención es solamente pensar en algo, y no salvar al mundo; del mismo modo que Einstein no quería matar a miles de japoneses con sus investigaciones. De todas maneras, para que el lector no se sienta embaucado, se irá aclarando conforme avance el blog por qué no debemos hacer esa pregunta.

Responderé, eso sí, qué quiere decir una tecnologización de la palabra, y cuáles objetivos deberán ser cumplidos por ella; cómo se lleva a cabo este proceso. Las ventajas y desventajas que reporte la tecnologización de la palabra serán accidentales y meramente producto de consideraciones éticas de los hablantes, que quedan por mucho fuera del campo de la reflexión en torno al habla misma.

Aprovecho de aclarar de entrada que la tecnologización de la palabra no es idéntica a lenguajes para programar computadores o resolver ecuaciones, y, menos aún, a modismos para chatear; aunque puede ser el caso que se den ejemplos de avances tecnológicos del lenguaje en esos ámbitos. Más o menos en ese sentido, lo que logró, por ejemplo, el Círculo de Viena, no es más que una tecnologización de la ciencia en su faceta de discurso. Dicha faceta, argumentaban, es todo lo que la ciencia puede aspirar llegar a ser. Es por esto, creo yo, que se les llama positivistas. De este modo, tecnologizando la ciencia, que era discurso, se creía haber tecnologizado el discurso, la palabra. Lamentablemente, quedaba por probar todavía que la ciencia era un discurso, un conjunto de enunciados; y no lo era: claramente, mirar por un microscopio no es un parte de un discurso. Incluso tampoco es claro, por su parte, que el discurso sea ciencia.

El pensamiento puede entonces escurrir por esta nueva vertiente, pues aún hay trabajo por delante. Espero -y me perdonan la poca elegancia de expresarlo- que le interese a alguien el asunto y que se cree debate, que es lo único que podría legitimar o desmentir lo que diré.

M.S.

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